Hace unos meses, un amigo cubano al que no había
tenido la ocasión de ver desde hacía mucho tiempo, vino a visitarme desde
Madrid y como evidencia de su afecto tuvo la delicadeza de regalarme una tetera
japonesa de hierro colado. Su apariencia era tan imponente que más que una
vasija para la preparación del té me recordó de pronto a una fortaleza o al
casco de una armadura medieval. El hecho de que proviniera de Japón y la
solidez de su factura despertaron mi curiosidad hasta el punto de que no pude
resistirme al impulso de buscar inmediatamente su procedencia, y en la etiqueta
que colgaba de su asa leí para mi sorpresa: Nambu Cast Ironware Morioka
Japan Iwachu.
La palabra Nambu (南部) me resultaba muy conocida por dos razones, ambas estrechamente relacionadas con la historia de los samuráis.