Dentro de la escasa presencia de arte contemporáneo asiático en Arco, destacando las instalaciones de Ai Weiwei en Ivorypress, las acuarelas del premio nobel de literatura Gao Xingjian en la galería Senda, los paisajes del coreano Bong-Chae Son en la Galerie Michael Schultz y la Base gallery de Tokyo, se presentó la novena edición de Mapas Asiáticos bajo el título “Asimetrías contemporáneas y el futuro global del arte”.
Dicho foro contó con la participación de Janet Chan, subdirectora de Investigación de Asia Art Archive en Hong Kong, Cosmin Costinas, director de Para/Site en Hong Kong, Kate Cary Evans, fundadora y editora jefe de Art Radar Asia en Hong Kong, Yuko Hasegawa, comisaria del Museum of Contemporary Art of Tokyo, Jinsuk Suh, director de Alternative Space Loop en Seúl y fundador del programa Move on Asia (2004-2012), y Wang Zhiyuan, artista y asesor de la colección White Rabbit Contemporary Chinese Art Collection en Sidney.
El punto de partida de la última edición de los Mapas asiáticos fue esbozar las raíces y consecuencias de las desigualdades y las asimetrías en el marco expositivo y de la producción cultural global desde distintos ángulos, perfilando las perspectivas generadas desde espacios artísticos alternativos, instituciones museísticas, colecciones privadas, plataformas para la creación, gestión y documentación del arte experimental y portales de información y difusión de todas estas iniciativas.
Los comisarios, artistas, redactores y agentes culturales presentaron los proyectos que están desarrollando y articularon un mismo interrogante en relación a la escena artística global: ¿hacia adónde vamos y desde dónde? Se subrayó la importancia de crear un espacio de reflexión para analizar cómo están funcionando las instituciones y el mercado en el escenario artístico internacional y sospesar hacia qué dirección se dirigen las política(s) culturales.
Las asimetrías existen, se trazan y recogen en el proceso de “cartografiar al otro”, por ello es esencial examinar cómo se hilvanan las colaboraciones en un mundo “glocal” –un término utilizado por varios comisarios e historiadores como Hou Hanru y Gao Minglu– en el que se amalgama lo local con lo global. A partir de tales premisas es preciso analizar de donde proceden tales desigualdades y profundizar en cómo el discurso dominante del arte contemporáneo se dibuja principalmente desde una perspectiva occidental. No se trata pues sólo de colaborar sino de cómo se plantea el trabajo conjunto.
Otra cuestión a valorar –planteada por Kate Cary Evans, fundadora y editora jefe de Art Radar Asia– es que más allá de las asimetrías que existen si se observa el mapa global, hay que esforzase en mostrar las iniciativas más experimentales que difícilmente se visibilizan y los ángulos que a menudo quedan ocultos. Dicho de otro modo, recoger una polifonía de voces para así remarcar la pluralidad, la multiplicidad de iniciativas y percepciones. A modo de ejemplo, en relación a la voluntad de dirigir la mirada hacia lo que puede pasar desapercibido, considero interesante destacar el proyecto de la española Marisa González presentado por la galería Vanguardia. Me refiero a la obra Filipinas en Hong Kong (2010) en la cual, mediante la fotografía y el vídeo, documenta y entrevista al colectivo de mujeres filipinas que trabajan internas en el servicio doméstico y en su día libre semanal se reúnen y ocupan el centro de la ciudad para conversar, jugar a las cartas, bailar y preparar los paquetes que enviarán a sus familias que residen en su país natal.
Para reinventar una nueva cartografía en la que interactuar, que potencie las colaboraciones y conexiones, es esencial promover la accesibilidad, los puentes de enlace. En la novena edición de Mapas Asiáticos se compartió el anhelo y la necesidad de repensar las sinergias y desigualdades generadas en un escenario artístico transnacional. Se abrió un diálogo que es necesario que se vaya extendiendo y ampliando y aquí hay que recordar que en dicho proceso es preciso reivindicar algo esencial en todo proceso artístico y creativo: la importancia de respetar los tempos. Dislocar el trepidante ritmo cotidiano y tomarse el tiempo y el espacio necesarios para pensar, para rumiar, para imaginar.
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