...Se concentran más de dieciséis mil chinos en la parte de San Adrián, Badalona y Santa Coloma. El agonizante polígono industrial de talleres y pequeñas fábricas que hay cerca del mar lo han resucitado y lo han convertido en un océano vivo de tiendas mayoristas con escaparates enormes y rótulos ostentosos. Todo está escrito en hanzis, los caracteres chinos; pero a veces también trascriben en catalán: Tigre Afortunat, S.L.; o en castellano: Calzados Chinos Caminar Feliz. Estos locales albergan laberintos de comercios atiborrados de paraguas, abrigos, farolillos, teléfonos móviles, discos duros, zapatos, muñecos, banderas del Barça y del Real Madrid, flores de plástico, artículos de regalo, y tienen también restaurantes para que coma la gente que va a comprar, y a su puerta se ponen vendedores ambulantes (…) Continuamente entra y sale gente de estos almacenes. La mayoría son clientes orientales, pero asimismo vienen payos, moros, gitanos, que venden en los mercados ambulantes o que tienen comercios en sus barrios. Las furgonetas astrosas de unos y los Mercedes lujosos de algunos se mezclan montados en las aceras, entre palets de mercancías, carritos de supermercado llenos de objetos y tráilers con matrícula de Italia o de Polonia aparcados frente a estas naves industriales…”
(Javier Pérez Andújar, Paseos con mi madre. Tusquets, Barcelona, 2011, pp. 71-72)
La literatura, una de las expresiones de la cultura popular y del arte, se hace eco, reflexiona, expone, detecta, profundiza sobre fenómenos y tendencias sociales en los que nos encontramos inmersos o forman parte de la memoria e historia que nos configura y da forma. El arte, la cultura popular, saca a la luz mediante metáforas, alegorías, realismos más o menos sucios o mágicos, poesía, dramas, epopeyas, las narrativas y discursos de la vida social que son abordadas también, aunque con mucho menor éxito, con gran aparato teórico e ideológico, por científicos sociales y de humanidades empeñados en la gran tarea del Conocimiento. La cultura popular es conocimiento puro, condensado, sin la pretensión de llegar a verdades absolutas, objetividades incuestionables, y de este modo, refleja ánimos, utiliza estilos, destila sentido y sintetiza sin alardes el mundo en el que vivimos.